Medina Azahara, Patrimonio Mundial de la Humanidad
El comité de Patrimonio Mundial de la Unesco ha incluido a la ciudad califal en su lista de lugares protegidos
El yacimiento de Medina Azahara es desde hoy Patrimonio Mundial de la Unesco. La ciudad ideal que Abderramán III soñó para su amada, Azahara –según la leyenda de la que reniegan los arqueólogos–, ha sumado a su singular historia de siglos el reconocimiento de la Unesco, que ha tomado su decisión esta mañana en Manama (Bahréin).
“Esto es una gran satisfacción para nosotros. Medina Azahara es un símbolo de tolerancia y de convivencia. Esta nominación es un ejemplo para seguir apostando por el patrimonio, porque invertir en patrimonio es invertir en el futuro”, ha comentado Miguel Ángel Vázquez, consejero de Cultura de la Junta de Andalucía.
“Este reconocimiento es un ejemplo para seguir apostando por el patrimonio, porque invertir en patrimonio es invertir en el futuro”, ha señalado. La alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, también presente en Manama, ha abundado en el ejemplo de respeto que fue la ciudad califal. “Cuidaremos de Medina Azahara como lo hemos hecho de la Mezquita. Esta inclusión es un ejemplo de que la convivencia de culturas ahora es tan importante como en el pasado”. La presidenta de la comunidad andaluza, Susana Díaz, se sumaba al entusiasmo de la delegación a través de Twitter. “Hoy en un gran día para Córdoba y Andalucía“.
Abderramán III comenzó la construcción de Medina Azahara en el 936. La leyenda atribuye su origen al amor, pero la realidad es siempre más prosaica. El califa quería mostrar al mundo la grandeza y superioridad de la dinastía Omeya y proyectó su deseo en esa ciudad a los pies de Sierra Morena, justo donde la montaña penetra en el valle del Guadalquivir. Abderramán III fundó una urbe nueva que fue testimonio de una cultura que desapareció en su periodo de esplendor.
Las guerras intestinas en el seno de Al-Andalus la redujeron a ruinas solo 70 años después de su creación. Una ciudad efímera pero que ha llegado a nuestros días intacta -nunca se ha construido sobre ella-, convirtiéndose en una evidencia física del Califato de Córdoba, algo único en Occidente.
Los salones refinados, las frágiles arquerías, las delicadas filigranas de sus capiteles o las calles laberínticas que asoman en Medina Azara representan solo un 10% de lo que fue esta imponente urbe. Queda un 90% de secretos por descubrir, un trabajo de generaciones que apuntalará el futuro de una ciudad que fue destruida siete décadas después de su fundación, fruto de las luchas que acabaron con la dinastía Omeya, pero cuyo esplendor ha perdurado a través del tiempo y ahora ya es Patrimonio Mundial.