Lo más increíble de Medina Azahara
Medina Azahara, la fastuosa y enigmática urbe que Abd-al Rahman III mandó edificar a los pies de Sierra Morena, a 8 quilómetros de Córdoba capital, encierra, aun en su nombre, historias legendarias. La tradición popular asevera que, autoproclamado Abd al-Rahman III califa en el novecientos veintinueve d.C., y tras 8 años de reinado, decidió edificar una urbe palatina en honor a su preferida, Azahara. No obstante, recientes estudios aportan fuertes patentizas de la causa que impulsó al califa a fundar Medina A.. Una renovada imagen del recién creado Califato Independiente de Occidente, fuerte y poderoso, entre los mayores reinos medievales de Europa, se admite como el origen más probable de la nueva Medina.
Se dispone la urbe en 3 terrazas rodeadas por una muralla, ubicado el Alcázar real en la más superior y la media. La zona más baja se reservó para residencias y la mezquita, edificada extramuros. Las fuentes históricas apuntan a la participación de unas diez mil personas que trabajaban a diario en su construcción. Abd al-Rahman no escatimó en materiales para conseguir el efecto buscado: la insignia del poderoso reino que regía. Ricos mármoles violáceos y colorados, oro y piedras bellas, aparte del cuidado trabajo artesanal de los mejores canteros y las legendarias contribuciones bizatinas, asistieron al encumbramiento del apreciado proyecto.
Una parte del alcázar tenía carácter público y era donde se sucedían las visitas oficiales. En la parte más alta se ubica el Salón Alto, preparado en 5 naves con arcadas. Más abajo se halla el Salón Rico. La estancia se divide en 3 naves con arcos de mármol colorado y azulado, siendo las laterales ciegas y abierta la central. La decoración de ataurique (motivos vegetales labrados) y la riqueza y también los materiales han configurado el nombre del acicalado circuito, completado con baños y abierto al Jardín Alto, de gran belleza. Se desarrolla este jardín en 4 zonas, quedando el punto de intersección ocupado por un pabellón y 4 albercas. Una de estas, la enfrentada al Salón Rico ha pasado a la historia de leyenda por albergar en su interior mercurio y duchar el magnífico circuito con destellos de mil colores. Un complejo de calles en rampa empinada nos conducen al gran pórtico oriental, por donde accedían las grandes embajadas que recibía el califa. Delante del mismo se abría una enorme plaza en la que se concentraban las tropas y el personal de las liturgias protocolarias. A extramuros de la medina se emplazó la mezquita, levantada en poco más de un mes.
Este solemne circuito padeció grandes estropicios por medio de las consecutivas guerras que arrasaron al-Andalus a principios del siglo XI, convirtiendo en ruinas Madinat al-Zahra. El ahínco por crear una urbe ideal tan solo duró setenta años, fugaz vida para la que fuera “preferida” del primer califa.
Comentarios (2)
increible el lugar, si Cordoba ya lo es por si misma, Medina es la joya que falta en la corona.
Estamos totalmente de acuerdo contigo… 🙂
Gracias.
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